Una historia que comenzó en días ya pasados
en el bochorno de una tarde de verano...
Una simple canción servía para impulsar
el ritmo de nuestro remar...
sus ecos perviven aún en la memoria; los años
envidiosos no lograrán hacérmelos olvidar.
¡Ven pronto y escucha! Antes de que esa voz
venga a anunciar la terrible nueva
¡Y ordene acostarse a la melancólica joven
en el lecho que tan poco desea!...
Amada: no somos más que niños grades
que se agitan en vano cuando llega la hora de dormir.
Y aunque la sombra de un suspiro
quizá lata a lo largo de esta historia,
añorando esos "Alegres días de un estío de antaño"
y el recuerdo desvanecido de un verano ya pasado...
no ajará con un infeliz aliento
la gracia encantada de nuestro cuento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario